Frente
a una cosa mal hecha, es lógico que se quiera saber quién o quiénes son los responsables. Lo malo es que
entre adultos nos comportamos como cuando éramos hijos en casa en el sentido inmediato
de negarse, taparse entre sí o, simplemente, acusar al menor o más débil de los
hermanos. Llevando el tema a la vida social, institucional o laboral del adulto,
ocurre que cuando hay una cosa mal hecha, y de ésta, por su gravedad o ingratas
consecuencias, no debe saberse quién es su responsable, se degenera cualquier llamado
“espíritu de cuerpo”, “espíritu de género”, “amistad”, “compromiso”, “fidelidad”
o “lealtad”. Pero, como todo casi anda mal en nuestro país, tal vez haya
justificación de creer en algo de ello para así evitar un presto abuso de
autoridad o el linchamiento físico y, sobre todo, el psicosocial. Este último, en
manos de la prensa chicha.
¿Quién
no ha errado? – Nadie. Se dice que todo el mundo tiene derecho a equivocarse. Quién
se equivoca adrede por terquedad o egoísmo, que lo linchen. No, que no lo
linchen, hay otras formas civilizadas e ingeniosas para invitarlo a la
reflexión y al consecuente arrepentimiento del error. Si ello no basta, que lo
linchen o lo amarren por sus extremidades a cuatro caballos.
Las
diferencias entre parejas, tiene como tratamiento lograr despertar la capacidad
de uno y otro para reconocer sus propios errores. Además, si uno reconoce las
virtudes del otro, hay relación para rato.
En
lo laboral, hasta ahora no hay método para acabar con tanta búsqueda o señalamiento
de culpables sobre los errores. Hay quienes te imponen el miedo a no
equivocarte; entonces, optas por el facilismo o la intrascendencia. Hay otros
que están esperando te equivoques, y adiós trabajo… tu puesto será de él o ella.
Hay quienes se equivocan, pero saben a quién culpar. A todo, es triste que haya
quienes viven sólo para culpar.
Por
ahora, podemos ir reconociendo que somos difíciles para convivir y, muchas veces,
culpables de ser renuentes a cambiar lo negativo por lo positivo. Por todos
lados andamos mal: una pésima educación, una falta enorme de oportunidades, una
competencia laboral insana, un bolsillo cada vez más vacío, una política desinteresada
de los pobres, etc. ¿Quiénes fueron los que dijeron que el Perú crece? A ellos,
que los linchen. No, y no. Pero, ante
tan penosa realidad que nos toca vivir, ¿quién fue?
Acabo
de mandar impresión en línea de este artículo. No imprime porque no hay hojas
en la bandeja. Es raro, puse muchas en la mañana, y no he imprimido…
-¿Quién
fue? – Mutis absoluto.