Si se “saca 20”, se garantiza una
mejor educación
Es
lamentable que no se quiera aceptar ni entender que mientras las escuelas, por
referir a la comunidad educativa que la integra, no sean el reflejo del
ejercicio humano de su propia inteligencia, conocimientos y potencial, no habrá
“exámenes”, sea de profesores o directores, que vayan a mejorar el desmerecido y
bajo nivel de la educación.
“Quienes
educan” y “quienes acompañan a educar”, tienen que haber sido “bien educados”,
pero en aquel sentido donde se es persona educada porque es capaz de desbordase
en “ejemplos de vida”. No desligo la especialidad sobre temas definidos. No refiero
culpa ni acusación en contra del “alma mater” de la cual se provenga. Tampoco, elogio
alguno. Lo que veo y sigo comprobando es que las escuelas requieren “maestros” más
que “títulos” y “maestrías”. Y, sobre los maestros, a líderes con capacidad, respaldo
y libertad para crear y promover “educación” de las comunidades educativas a su
cargo.
Separadamente
de la especialidad, y en un ejemplo concreto, es una vergüenza, así como toda una
contradicción, que profesores y directores convivan, tal posible consentimiento
o total desatención, dentro de una deplorable infraestructura, maltratado
mobiliario y brusca relación humana, que sólo es el reflejo de ese desmerecido
y bajo nivel de educación; y, por encima de ello, se apueste por una prueba
escrita que ignora y los aleja cada vez más de esa nefasta e increíble realidad
que los obliga a seguir conviviendo y creyendo invidentemente que la educación se
encamina a su mejoría. Sucede cual refrán: “Dios le da barba a quien no tiene
quijada”.
Voy
a insistir en este tema porque cuánto de criticable tiene la imagen de un profesor
o director dentro de una descuidada aula, sentado sobre una sucia y casi rota silla
y apoyado sobre una pintarrajeada mesa o carpeta sobre la cual hay una prueba
escrita sobre calidad educativa.
He
podido ver como el Estado enumera una serie extensa de requisitos, entre éstos el
cartón de una “maestría”, para quienes quieren educar. He visto como un
centenar de profesores fotocopian y fedatean esas copias para completar esa extensa
enumeración de requisitos. He visto que quienes completaron y entregaron a
tiempo toda esa extensa enumeración de requisitos pudo alcanzar una vacante. He
visto que hay quienes reciben “ayudita”, aún no lleguen a completar o presentar
esa extensa enumeración de requisitos. He visto y todos ven que la educación no
mejora, ni siquiera por una “maestría”.
Edgar Andrés Cuya Morales
Pedagogo