La bandera es un
símbolo patrio. Y, si se trata de explicar el sentido de su valor como tal,
sólo hay que intentar enumerarla junto a los demás símbolos patrios para saber
que la bandera va siempre primero. De preguntarse por qué, intente todas las
posibles respuestas inteligentes, y habrá explicado el valor patriótico de la
bandera.
Se
ha visto y oído que cuando la conducta ciudadana es indeseable, frívola e
inestable, suele decirse, a quien la ejerce de ese modo, que “NO TIENE BANDERA”. No siendo esta frase inoportuna, sino
poderosa en su interpretación sencilla para definir el valor de “SÍ TENER BANDERA”.
Por
otro lado, a pesar de haberse tratado la lección, se sigue viendo y oyendo a compatriotas
refiriendo nimiedad y catalogando de embuste al acto del saludo a la bandera. Se
ve y oye decir: “Nada ha hecho
de lo que dijo o prometió el alcalde, sólo fue un saludo a la bandera”.
En
el colegio aprendí a saludar a mi bandera. En el colegio se sigue aprendiendo a
saludar a la bandera. Entonces, es imperdonable que alguien pretenda decirme o
decirle a la niñez y adolescencia que ello “NO
TIENE VALOR” a
cada momento que pretendan referir un engaño o artimaña de tanto posible embustero
elegido para un cargo público en este país.
Como
están las cosas, es cierto que no es más peruano quien saluda a la bandera.
Tampoco, quien abandera su casa o auto en el mes de Julio. Pero, ambas cosas son
distintas si en opinión coloquial o formal se pretende comparar al acto del saludo
a la bandera como un ardid o burla. Lo que sucede es que estamos mal
acostumbrados a repetir por repetir "frasecitas" que van y vienen de boca en boca
sin darse un alto a la revisión o análisis de su sentido, contenido o relevancia.
Sobre las mismas, no podría negar haber sido contagiado por algunas “frasecitas”
o “expresiones”, y las que mantengo en el vocabulario dentro de una
conversación para sintetizar o ejemplificar ideas u opiniones, así como endulzar
o amenizar la conversación, pero no la del saludo a la bandera. Ahora bien, han
aparecido tantas que no repito ni de vainas porque no es que me haya quedado en
el tiempo, sino que el sentido de la lógica y raciocinio salta, cual llave termomagnética
de corriente, impidiendo repetirlas. No soy un genio ni creo serlo. Soy un sencillo
hombre con vocación de maestro intentando seguir aprendiendo y enseñando, si
quiera a una persona, a cómo ser mejor hijo, hermano, padre, ciudadano,
compañero, etc.
No
pretendamos mostrarnos ante los demás como reales patriotas o mejores peruanos
con la bandera izada en el techo de nuestras casas o el techo del auto, sino
con los distintos actos de humanidad que podamos demostrar cada vez que tengamos
a alguien enfrente.