martes, 18 de febrero de 2020

¡Sí, juro!

¿Cuánto vale tu palabra?, y cuánto más si juras por Dios, tu patria o tu madrecita.
- ¡Juro que no lo hago más!
- ¡Prometo cumplir!
- ¡Mañana mismo lo devuelvo!
- ¡Mi compromiso es con todos los peruanos!
- Etc.
Se ha permitido llegar a una realidad donde se hace jurar a los políticos o "padres de la patria" en un acto que pasó de lo protocolar al chiste.
Incluso se ha visto, por libertad de credo y religión, que otros juran no por Dios sino por quien es y la patria, e igualmente es un chiste.
Entonces, se jura en vano. No se cree en el juramento. Lo que no quiere decir eliminarlo del protocolo sino empezarnos a preocupar qué viene después.
¿Todo por la plata?, la plata se gana, y se gana con esfuerzo devenido del trabajo. Pero no hay plata ni trabajo, ni juramento que sostenga lo habrá para todos, porque quienes juran - no cruzan los dedos - "hacen contra".
Si la palabra, incluso jurada ante un altar, la bandera, la constitución o por la madrecita, no tiene ningún valor, es porque el hombre, no sólo ha dejado de valorarse a sí mismo, sino a los suyos y a los demás.
Quien dijera: "de pan no sólo vive el hombre", no se refería a la falta del camote, chicharrón, tamal y café para completar el banquete, sino a que somo más que carne y hueso.
"Si sólo la educación salva a los pueblos"; en boca de un gobernante o "padre de la patria" huele feo por la halitosis crónica que no se cura así chupe harto caramelo de menta, se tome el frasco completo de enjuaje bucal o cepille todo el santo día.