lunes, 18 de mayo de 2015

¡Qué tales MALCRIADAZOS!

Toda una vergüenza para el deporte nacional fue el comportamiento de varios “señores” jugadores aliancistas en el último partido frente al Real Garcilaso, y a quienes le deberá ser merecida una inmediata sanción, por la respectiva federación, porque de lo contrario tendríamos que decir que en este país no hay educación, no hay quien eduque o, estamos tan jodidos, que no hay a quien le importa que nos sigamos jodiendo.

No hay disculpa por la que dicha conducta se pase por alto. No hay disculpa por la que se vaya a decir que todo se desató por la desmedida emoción o la adrenalina del momento. No hay disculpa por la que con una simple disculpa se quiera borrar tales infructuosos hechos. No hay disculpa por la que se permita que estos “señores” se hayan marchado a sus casas alucinándose de todo menos ser unos maleducados. No hay disculpa por la que hasta este momento no se los haya sancionado por ser una vergüenza pública. Y, rogando a Dios, pido a su hinchada una reacción consciente frente a lo que deba y/o pueda ocurrir a consecuencia de tan repudiable conducta porque ¡sí al juego, pero… así, NO!

Peor muestra de mala educación se prohíbe cunda sin su correspondiente correctivo, y deben ser los medios deportivos y comentaristas, no sólo quienes se mantengan al nivel de la crítica, sino trasciendan al de la demanda sobre las acciones correctivas que deberán hacerse públicas porque no se le ha faltado el respeto a un árbitro sino a toda una nación.

Quien es persona educada no actúa en escenario distinto al de falta de conciencia, valores y los buenos hábitos y costumbres. Para ser educado no se necesita títulos o diplomas. Quien no ha sido educado, nunca pierde la oportunidad para poder serlo. La educación no se vasta de la cantidad de conocimientos sino de la calidad humana a que éstos mismos te conllevan a ser. Quien fue educado, y olvidó serlo, hay que reeducarlo o recordar que debe serlo. Quien dice haber sido educado, pero nunca demuestra serlo, entonces hay que educarlo porque miente, ya que la educación no se reprime brota sola.


Seamos conscientes y no pensemos que se exagera en el tema. Seamos conscientes y no dejemos que el tema sea olvidado. Seamos conscientes porque hay mucha gente inconsciente en este país que, por esa inconsciencia, nada ni nadie lo detiene a creerse en capacidad para “mentar la madre” a todo quien no actúe, diga o piense como él o ella.                                                             

jueves, 14 de mayo de 2015

Yo no fui, fue teté

Ni hablar de nacionalismo. Menos, de trascendente, épico o “boom musical”, si, en intención educativa, me obligo a opinar sobre el “éxito” de una canción que no suena a cosa distinta que “más de lo mismo”. Y, si a ello, de su letra, lo más que puede entenderse es un canturreado “yo no fui, fue teté”, deberíamos poner mayor e inmediata atención a la endeble formación educativa, y de personalidad, de quienes corren desesperados argumentando “no ser ellos mismos” sino son parte de los clubes de fanáticos o, ahora, “lovers” de tanto inimitable personaje aparecido en las pantallas de televisión nacional haciendo su “show”.

Parece increíble que cada vez seamos más influenciables por aquellos programetes que pagan con publicidad a cambio del escándalo. Igualmente, que haya tantos adolescentes, jóvenes, y hasta adultos, perdiendo el tiempo interesados en la vida ajena de tanto peculiar o majadero personaje que le pongan en frente. Y, si del éxito musical del “yo no fui, fue teté”, debo seguir opinando, no sé cómo se dejan quitar el tiempo y, a la vez, el dinero, a través de cuanto medio virtual exista, para transformar en “éxito musical” lo que en la realidad no es más que una trivial letra y música.

Mañana, tarde y noche no hay de estos programas que no dejen de mostrarnos a sus “celebridades”, y aunque intenten diferenciarse, siempre se valen de las mismas para sostener su rating. No hay nadie que los detenga. Parece ser que hay un mutuo convenio entre la autoridad estatal y el empresariado televisivo y radial para mantenernos distraídos de cuanto “error” u “horror político” ocurra. Y, sí que les está resultando la mutua conveniencia porque son más los interesados en lo que dicen, desdicen, pecan, sueñan, comen, venden o visten ciertos personajes faranduleros, y menos los preocupados en el bienestar personal de sí mismos o su familia.                     

Se dice que la canción, cuya parte legible de su letra se oye “Yo no fui, fue teté”, ha alcanzado tal rating musical como hit del momento que su intérprete amenaza con un segundo tema. Así como van las cosas, sólo quedaría el pronunciamiento de la Asociación Peruana de Autores y Compositores – APDAY con la entrega del reconocimiento respectivo. ¡Por Dios, no creo ocurra ello!                 


¿Rumbo a la nota más alta?

Bajo el slogan “¡Rumbo a la nota más alta!”, el Ministerio de Educación hizo circular esta propaganda por los medios televisivos en plena campaña escolar. Sobre la misma, y en atención a la vida real, debieron aclarar a sus alumnos, magisterio, padres de familia y público en general, que hallándonos en situación académica de  “reprobados” en educación escolar básica, se debía buscar “la nota más alta” hasta llegar a la “aprobación”; ya que de lo contrario, sería un posible engaño o ilusión cualquier otra posible intención de hacernos creer que nuestra realidad es otra o distinta.

Han pasado meses desde el inicio del presente año escolar, y no hubo aclaración alguna. Ahora, frente al incesante reclamo por desatención a escuelas, profesores y alumnos, así como frente a la desorientación pedagógica del magisterio, por cuanto seguir en la aplicación de un malentendido y ajado modelo pedagógico, sólo nos quedaría reclamar al Ministerio de Educación por tal ilusoria campaña.

En un plano negativo, una sesión de clase escolar puede ser mal desarrollada o, simplemente, no haberse desarrollado cuando tuvo que hacerse. En cualquiera de las dos situaciones el alumno no podría ser evaluado sobre la misma. Tampoco, entregársele una “separata” para intentar compensar la falta o el error cometido, y obligársele, de modo sutil y contradictorio a la política educativa, a “memorizar” para su evaluación. Menos, incidir en dicha falta o error; ésta vez, obligando a que él o ella “investigue” o se le sea asignada, cual  “tarea”, para volver a insistir en evaluarlo y otorgarle una “nota” o calificación sobre su nivel de conocimiento o saber de la misma. Crucialmente, ese el panorama para el magisterio. Así, en comparación o símil con las situaciones antes descritas, los profesores resultan ser los alumnos, el Ministerio y sus “especialistas”, el profesor en falta o error, y la sesión mal desarrollada es el modelo pedagógico constructivista cuyo mal inicio, por el error en su interpretación, radicalidad y obligatoriedad aplicativa, aún mantiene en desorientación pedagógica al profesor al seguirse con el manoseo, ajado y reajuste, tanta veces se ha podido, en su concepto sustancial. En lo craso del error, todo parece indicar que se permanece en el mal inicio, pero, esta vez, bajo la denominación de “Rutas de Aprendizaje”. En lo grave del caso, se evalúa al profesor, y se lo “jalan” en aspectos pedagógicos a cuyos “especialistas”, cual “lavado de manos” de Pilatos, no parecen considerar ni interesarles tan lamentable realidad.        


Un Paro Nacional del Magisterio, por 24 horas, se lleva a cabo el 14 de Mayo del 2015. Sobre éste, hay mucho que reclamar al Estado, pero hay mucho, también, que exigirle al profesor. Al Ministerio, y su ministro, hay que pedirle que si algo ofreció, lo cumpla. Que, si no lo ofreció, pero lo tiene, que atienda las necesidades. Que, lo que deba corregirse, lo haga, pero sin abuso ni atropello. Que, lo que deba oír, lo oiga, pero no siempre de quienes están sólo a su alrededor, sino, también, del más sencillo y humilde profesor.  Y, al Magisterio, hay que reclamarle vocación de servicio, a punto tal que sin necesidad de un título o grado académico de “máster”, pueda ser llamado MAESTRO.        

miércoles, 13 de mayo de 2015

“Cero goles”



No tengo nada en contra sobre este deporte. Menos, si en intención pedagógica, sirve como vitrina de lo MAL EDUCADOS que estamos al mostrarnos como sociedad.

Habrá “cero goles” mientras las autoridades de este país se hagan de la vista gorda frente al ejercicio de ciertos empresarios y medios de prensa que, sin reparo alguno, sólo invierten en alentar la MALA EDUCACIÓN, exhibiéndonos a tantos hombres y mujeres en censurables conductas, vicios o excesos, por el que han hecho creer a muchos que “así es la vida”.  Y, en el peor de los casos, a quitarles su tiempo para desgastarlo en insustanciales preocupaciones sobre la vida de los mismos. Atemoriza saber que, hoy en día, niños y adolescentes son el blanco sencillo de tan agravante influencia negativa y quienes no muy lejos de ser el futuro de la sociedad, ya se lucen, actúan o se comportan bajo penosa influencia.

Por otro lado, y por el deporte en sí, habrá “cero goles” si “todo es fútbol”, y en eso deberían pensar quienes tienen autoridad para “hacer”, “decir” o “decidir” sobre educación en este país. Hasta en las escuelas, sobre todo las públicas, “todo es fútbol”, y no por decisión de las mismas, sino por la desorientación pedagógica en la que se mantienen los profesores frente a tanto ajuste y reajuste en el currículo pedagógico. Si “todo es fútbol” es contradictorio que haya “cero goles”; entonces, “no todo debe ser fútbol”. Llevado al campo pedagógico, está ocurriendo que se comete un craso error cuando se ha obligado al profesor a “festejar”, “halagar” o “disculpar” la participación del educando durante su proceso de aprendizaje así sea ésta intrascendente, elemental, corriente o habitual; entonces, se ha fomentado e incrementado la MEDIOCRIDAD. Y, lo mismo se ha traslado a otro ámbitos, creyéndose inequívoca y desentonadamente que cualquiera sea la actividad del hombre, ésta no debe merecer ninguna crítica, sino el aliento por lo que pueda estar intentando hacer. Su resultado, MEDIOCRIDAD… “cero goles”.

Toda actividad del hombre se sienta en su educación, pero no referida a cuanto título pueda ostentar, sino a lo que lo hace educado en el sentido de haber evolucionado al lucirse por su postura, presentación personal, prudencia, lenguaje, corrección, escucha, reflexión, y tanto demás que desde el hogar, bajo la tutela de los padres, se sigue en la escuela en acompañamiento de los profesores.

“Cero goles”, y ese resultado no ha de cambiar a nuestro favor mientras se siga esperando actuar sólo hasta cuando se presenten las desgracias. Ya hay demasiadas por las que hay que responder. Si la vitrina es el fútbol, mírese lo que despotrican las barras, mírese el sobre ensalzamiento a tanto jugador, mírese cómo lucen los estadios después de un partido, mírese como algunos jugadores abusaron haciéndose malos políticos, mírese lo que se festeja al no haber de otra, etc.                     

Continuará...

                 

sábado, 9 de mayo de 2015

¡Qué tal halago!

El domingo pasado leí, a páginas enteras de un reconocido diario, todo un halago hecho por uno de sus comentaristas sobre el actual Ministro de Educación. Sin duda, hay motivos para reconocer su labor frente al referido ministerio, pero… ¡NO EXAGEREMOS!, porque indigna tanto halago, no sólo por una posible sobonería política encubierta bajo el objetivo de publicitar la labor de un ministro, sino por quien fuera su autor, de quien podría decirse ser más crítico de televisión que profesor de escuela pública.

Nuevamente, no cabe duda de un correspondiente halago si éste ha de referirse a los posibles títulos y experiencia profesional del ministro, aún sea ajena a la especialidad de Educación, así como a lo que ha hecho, o como dice el comentarista se ha atrevido a hacer en comparación a otros ministros, pero hasta ahí es aceptable porque habría que decirle al mismo que hay algo que ni él ni otro ministro ha hecho, y ello es respetar la opinión del profesor al no haberse detenido a oír su palabra, y entre todos a los de las escuelas públicas menos atendidas y/o casi olvidadas por dicho sector, sobre las causas de su DESORIENTACIÓN PEDAGÓGICA frente a la exigencia de “educar en capacidades y competencias, y la que no sólo ha sido incitada por el propio ministerio al “experimentar” en los profesores una serie de desacertadas aplicaciones de modelos pedagógicos, sino que ésta se mantienen en vigencia y puesta en exigencia al profesor, bajo sutiles amenazas de ser y estar  permanentemente “evaluado” y “supervisado”.

Le aseguro, al señor comentarista, que esta realidad no la sabía. También, le reclamaría el no haber tenido preocupación en querer averiguarla y/o saberla antes de emitir tanto halago, porque de lo contrario no hubiera podido haberlo halagado tanto al ministro al estar enterado de lo que él también está siendo incapaz de resolver frente a la persistencia de la desorientación de un modelo pedagógico que, si bien se sigue intentando aplicar en las aulas, ésta no es por convicción educadora o formadora, sino por obligación donde, cual cuartel militar, “las órdenes han de cumplirse sin dudas ni murmuraciones”.

Si la desorientación pedagógica hubiese sido atendida, no hubiésemos caído tan bajo en lo que respecta a preparación básica del educando. Y, poniendo atención, tampoco vayamos a creer que está siendo atendida al haber escalado, a la nota mínima de aprobación, esa calamitosa realidad descrita en anteriores resultados de pruebas internacionales, ya que “vivimos en el Perú”.


Finalmente, toda persona y su labor, más si es pública, tendrán siempre defensores y detractores, pero ni uno u otro pueden extralimitar su halago o ataque. ¿Llegará el día en que los defensores sean capaces de criticar lo que amerite hacerse, y los detractores resaltar todo cuanto bueno se haga en el otro lado?   

lunes, 4 de mayo de 2015

BALA PERDIDA

A las autoridades de este país parece ser que les vale un carajo saber si hay forma o no de mitigar el dolor y lamento de quienes, a causa de una bala perdida, tienen que afrontar la muerte de su padre, madre, hijo o hermano. Y, menos aún, les importa el destino o futuro inmediato de la calidad de vida que les tocará vivir, en adelante, a quienes abrupta y violentamente les fue quitado, para siempre, a su padre, madre, hijo o hermano.

Una bala perdida entró en casa de un amigo. Me cuenta él que, en medio del susto y nerviosismo, llamó a la policía, quienes después de un buen y largo rato aparecieron en el lugar, atinando solamente a recoger el casquillo y hacer su parte policial, y creo que fue así - me dice, al darse por enterada la policía que ni él ni sus familiares habían resultado heridos. Tan fría y carente de protección al ciudadano fue su intervención policial que les demandó alguna posible explicación del hecho, información de su trabajo y orientación sobre las inmediatas o posibles medidas a tomar por su seguridad y la de su familia, pero no tuvo mayor respuesta que la siguiente frase: “se harán las investigaciones del caso”. Días después del hecho se apersonó a la comisaría, buscó al efectivo que intervino en el hecho, pero él le dijo no saber nada de las diligencias posteriores. Me siguió contando que nadie podía darle explicación del caso porque debía atenderlo el efectivo policial del “área encargada” de dichos casos. Después de una larga espera al fin pudo contactar al dicho efectivo, pero no tuvo más respuesta que la siguiente frase: “se está investigando”. Hace mucho tiempo atrás del hecho, y a la fecha le ganó el cansancio o aburrimiento.

Otro amigo me cuenta que, a pocos metros de llegar a su casa, y andando por la vereda cargando unas bolsas de víveres, una camioneta policial, de esas llamadas “inteligentes”, aparece rauda y sorpresivamente, deteniéndose con el mismo o mayor grado de velocidad y sorpresa con la que apareció. De ésta bajaron dos efectivos, uno sin uniforme, pero ambos con arma de fuego en mano, y cual pistoleros intervinieron a un tipo sin mediar en la seguridad personal de las demás y muchas otras personas a pie y en vehículos hallados inmediatos o bastante cerca al tipo intervenido, entre ellas a infantes que coincidentemente habían salido de su escuelita o nido cercano al lugar. Por cuestiones divinas o azar, el hecho no pasó a ser una tragedia.

Recientemente, en Surquillo, las balas perdidas hirieron a cuatro personas inocentes, hasta donde se sabe una de ellas debatiéndose entre la vida y la muerte, y digo inocentes porque ninguno era el asaltante, el asaltado o el efectivo policial.

Está claro que la delincuencia sigue en aumento. También, que las balas perdidas se desatan en un tiroteo. Y, podría entenderse que hay factores circunstanciales que resulta en daño colateral. Pero, visto los hechos, corresponde demandar a las más altas autoridades de este país su atención inmediata a la notoria deficiencia que ha saltado a la palestra a consecuencia de los enfrentamientos entre policías y delincuentes,  y ésta es la mala o escasa preparación profesional en estrategia o táctica policial de muchos de sus efectivos para enfrentar y/o responder a un ataque o asalto, porque cada vez es más el dolor y el lamento de los familiares enterados que una de las tantas personas inocentes que resultaron heridas o muertas en tales enfrentamientos es su padre, madre, hijo o hermano.