jueves, 24 de marzo de 2016

Tú, no… sólo yo

Dícese que hay de todo en este mundo, y si de tipos de personas se trata… también los hay. Pero, la frase no trasciende a la realidad hasta que te cruzas con una persona del tipo que… “él es todo” o “para él es todo”. No sé si nacen con ese “chip” o el dispositivo se lo insertan después de nacer. Su perfil, uno bastante peligroso y, a la vez, entorpecido para la socialización y la convivencia armoniosa. Tiene doble filo: presumido y sumiso, avispado y estúpido, maduro e infantil, envalentonado y marica e ingenuo y malicioso.
En un mundo globalizado, dizque sin segregación y desigualdad, asoma ese personaje con una distorsionada idea o creencia absoluta de superioridad por sobre los demás habitantes del planeta. Es muy posible que mal alentada por sus progenitores cuando ellos no le dieron más explicación, a su hijito, acerca de que “él es único” o “nadie es igual a él”, y que ha degenerado en un ser que mira siempre de arriba, nunca de abajo porque nadie es igual a él; menos, puede haber alguien más que él. Y, como para terminar de decorar la torta, alarga el pescuezo, contorsiona la boca y agrava la voz, toda vez que sus frases las hace gravitar en un “osea” o “y… nada” porque ha aprendido que así habla quien es superior a los demás, y quien es superior es pituco. Entonces, tiene que verse y sonar como un neto u original “pituco”.
No creo que haya nidos, colegios y centros de educación superior alguno donde adiestren a sus alumnos haciéndoles creer que ellos son “la última chupada del mango” o “la última gaseosa del desierto”. Y, si los hubiera, no creo que la intención refiera exactamente a la interpretación personal de cómo se comporta este “patita”.
No tiene amigos y, si los tiene, deben ser otros tan iguales como él creyendo ser de otro sistema planetario con la mala suerte de haberles tocado vivir en la Tierra con tanta chusma.
Sus padres son conscientes de lo que han creado. Entonces, son igual de soberbios, se refugian o andan ofreciendo disculpas y “hablar con el hijo” por tanta pedantería.    
Lo peor de estos tipos es si convive con una mujer, ya que se supone que siendo él superior a todos los demás la mujercita ha quebrantado su creencia. En este mundo, si hay alguien superior a él, es ella. Entonces, se somete, y como ella es tan igual a él se transforma en un ser peor que él. No hay quien los aguante.
No son ricos o millonarios. No son sabios ni eruditos. No son modelos de belleza física humana. Son un par de cojudos.         
Con esos tipos de lejos y, si tiene mujer, recontra lejos. No digo huir, sino de toparte con alguno, estar bien lejos es mandarlos a la mierda para que sepan que contigo también de lejos.           
                         



sábado, 12 de marzo de 2016

Reprimidos

De acuerdo a la postura, exigencia y obligatoriedad en la aplicación del enfoque dado a la pedagogía para el trabajo en aula, no hay profesor que deje de preguntarse: -¿y, ahora, qué hago?
Para el profesor, “no saber qué hacer no es NO SABER, sino es saber y hacer lo que  otros dicen saber”. Así, de complicada está la cosa en esto de una pedagogía que aplica en el papel, suena bonito en el discurso y, tal vez, se colme de buenas intenciones, pero no supera los fracasos en el aprendizaje que le fueran aquejados al anterior enfoque para  sostener un enfoque radicalmente distinto dado su interpretación. Pese a ello, se ha caído en un empecinamiento que sigue forzando una situación despreocupada en el grado de confusión, incomprensión y desorientación pedagógica del profesorado de la escuela básica escolar.  
No hay mala educación. Malo es el enfoque pedagógico cuando no aplica a realidad distinta. Justamente, eso no quiere entenderse. Lo bueno para uno, puede ser malo para otro. Imitar modelos pedagógicos construidos en realidades distintas, como lo son países altamente desarrollados en todos sus ámbitos posibles, no pone al Perú a la vanguardia de los mismos en experiencia y logros académicos. Un mismo hombre enfrentado a dos realidades, distantes y bastante distintas de oportunidades, no será el mismo en cada una de ellas en sus experiencias y logros académicos. Sin ir muy lejos, bastaría la comparación de la escuela privada con la escuela pública. Sin embargo, si de imitar se trata, entonces lo que debería imitarse el uso de las bases teóricas del aprendizaje y demás, para confrontarlas con la realidad del Perú e idiosincrasia de su gente a fin, y de una vez por todas, se deje de hacer lo malo que se viene haciendo.                  
Malo es el enfoque porque está vuelto un juego de palabras donde la única regla es: “si no sabes decir la palabra que el otro te ha obligado a repetirla, cuantas veces quiera oírla, entonces puedes perder hasta la categoría de docente”. Es un enfoque mal enfocado desde su aparición a mitad del año 1995, y que alienta una libertad al educando que no se limita. En esa ilimitada libertad el profesorado perdió su autoridad. Cualquier sujeto, además del alumno, puedo enfrentarlo, encararlo, jalarlo de los pelos, arrastrarlo por los suelos, amenazarlo con botarlo del colegio y decirle, a viva voz, lo que la ignorancia y el descontrol de las emociones puedan ofensivamente herirlo.
Malo es el enfoque porque ha reprimido al profesor. “Él o ella tiene que andarse con cuidado”. El enfoque lo ha atado de pies y manos. No levanta la voz, así quiera fijar una idea verbalmente. Todo lo felicita, así esté mal hecho. Destaca el esfuerzo, así no lo haya. Da oportunidad, jamás una llamada de atención. No es más un profesor, sino un facilitador.

“No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”