jueves, 25 de febrero de 2016

¡Vaya memoria!

El medio, en todo su conjunto, provee inagotable e incesante información que estimula sensorialmente nuestra atención si ésta traspasa el filtro natural de la misma. Mucha información no siempre interesa y antes de cualquier proceso mental se desvanece sin llegar a ser percibida. Otra, en cambio, por la naturaleza y repetitividad cotidiana, de una información que haya sido anteriormente procesada y memorizada, no sólo es inmediata al entendimiento, sino que se dispone de respuestas, también inmediatas, o en activa disposición para incrementar niveles más complejos del aprendizaje. La información procesada, memorizada y dispuesta a la evocación de lo anteriormente aprendido o a nuevos aprendizajes, tras el aprendizaje pre existente en la memoria, es el conocimiento.  La información procesada y memorizada es en una experiencia. No resulta sencillo explicar y, a la vez, entender cómo funciona al detalle el cerebro humano, pero no cabe duda alguna esa capacidad, que deja maravillado a cualquiera de todo cuanto puede “producir”.
La información que tiene la atención del cerebro se trabaja en la Memoria de Corto Plazo – MCP, evocando la confrontación informativa con el amplio archivo informativo de la Memoria de Largo Plazo – MLP a fin, converja el “entendimiento” y resulte una correspondencia inmediata al haber anteriormente sido aprendida o, vaya a trabajarse un nuevo aprendizaje si el proceso de la información acarrea desplegar una mayor evocación de recuerdos que modificarán sus estructuras mentales a través de la asimilación y acomodo.
La capacidad de la MLP reserva solamente información hecha luego del trabajo de cruce con todos los tipos de modelos o patrones informativos preexistentes con los que encuentre afinidad estructural de lógica, razonamiento, emoción, comunicación, etc., y que antes tuvo que dejar el plano de lo sensorial para ser trasmitida a la MCP, y desde aquí a la MLP, en viceversa y tantas veces la búsqueda de la percepción llegue a contener la evocación de los recuerdos memorizados a fin, el trabajo en la MCP defina el entendimiento de la información en conocimiento dispuesto al aprendizaje o a la modificación del aprendizaje. Lo que yace aprendido y se evoca en una experiencia repetitiva de información, suele tener una reacción tan inmediata que no por ello signifique que no haya sido pensada.         
De tanta información y de tanto que se aprende, aun así la memoria no se “llena”.  Tal vez, si sufre el desgaste natural que trae consigo el paso de los años, pero no hace desmemoriado al hombre; aunque, algunos quieran “hacerse” los desmemoriados.
Dícese que la capacidad de memoria, siempre que se disponga al aprendizaje, es mayor en el hombre de 0 a 5 años de edad, pudiendo extenderse hasta los 08 años de edad en lo que respecta al lenguaje y la comunicación. En adelante, no es que no haya memoria, sino que “la potencialidad” se da en los años referidos. Nunca dejamos de aprender, por lo tanto requerimos de memoria, y ahí está.
La memoria necesita ejercitarse. Se ejercita con la constante lectura, los desafíos mentales (lúdicos, mucho mejor), con las tareas cotidianas, con las conversaciones interesantes (diálogos), desafíos de la creatividad y cuanto actividad haga trabajar la mente. Está claro, que sin el extremo de llegar a pensar en barbaridades u ocurrencias descabelladas que puedan aturdir la razón, el entendimiento y las emociones.
Que hay patología clínica de la memoria, la hay, y ese es un campo de la medicina con sus prescripciones y alternativas de tratamiento.

¡ Caramba, no me acuerdo que más iba a escribir…!